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Río Santianes

 . La Plaza Nueva
. Juan José Pérez Valle

Flanqueado a su izquierda por los picos del Collau de la Tabla, El Cabezu, Mofrechu, La Escapa, El Porru y La Cerezal, y a su derecha por La Cabeza y La Corona de Las Pandas, discurre un río, el de Santianes.

Aunque se le reconoce por este nombre, en realidad los lugareños le denominan Río Cobayos, riachuelo que nace bajo el Collau de la Tabla, en los lugares conocidos como Los Pradones y Vega de Busterré, formando lo que se conoce como Riega de Busterré, Riega Seca y Riega del Veular. La Riega de Martincano le aporta aguas por su izquierda para formar el río de Santianes propiamente dicho.

La puente Madera
Aguas abajo por su margen derecha y en un paraje solitario cubierto de maleza, se encuentran los restos del primer y pequeño molino de esta cuenca fluvial que en otro tiempo dio vida al lugar, el Molín de Sierra. Siguiendo su curso, tras pasar sus aguas bajo un puente con barandilla metálica que da acceso a una pista forestal, y entre frondosa vegetación de alisos, avellanos, acebos, algunos robles y castaños -en las laderas también eucaliptos y pinos, así como cabras y ovejas- de donde surge el murmullo del agua y donde habitan numerosos pájaros del bosque, incluso el mirlo acuático, nos topamos en su margen izquierda con las ruinas de otro viejo molino cubierto de vegetación y musgo, el molín de Manuel Martino, y un poco más abajo, cerca de él pero por su margen derecha, las ruinas de otro antiguo molino, el molín de Tarnu, lugar donde se efectúa la toma de agua para el sistema Fríes-Santianes y servicio de la villa de Ribadesella que apenas dejan caudal al río durante buena parte del año. A su altura se bifurca el camino que desde Santianes lleva a Peme. Las obras de captación realizadas en 1990 contribuyeron a la destrucción del molino, dejando ver únicamente sus cuatro paredes y el final de su presa, arrasada con anterioridad al abrir caminos con objeto de extraer la madera de repoblaciones llevadas a cabo tras la guerra civil por jornaleros andaluces, de . Trabajando en difíciles condiciones y en una época en la que recibir palos era bastante habitual, cuando aquellas pobres gentes le fueron a pedir al director que rebajara las 140 pozas que tenían que hacer cada uno diariamente para ganar el jornal, se las aumentó a 160. Trajeron consigo la caña de azúcar, una planta completamente desconocida para los lugareños.

Pero dejando atrás estas historias de penuria y siguiendo el curso del río, el encajonado espacio por el que discurre hasta entonces el río Santianes comienza a ensancharse, y por su margen derecha aparece el edificio de un nuevo molino, el molín de Cándida, hoy ya transformado y desde hace algunos años, en magnífica casa de habitación con fachada de piedra. Poco más abajo y por su margen izquierda, aparece ante nosotros el molín de Cuca, asimismo transformado en vivienda, poco antes de recibir de la misma mano las aguas del arroyo Bijorcu, que conserva el significado de cruce de vertientes, arroyo que tiene su nacimiento en el seno de un frondoso castañedo originando lo que se denomina Riega de Piertiga Atrás formada por las riegas del Felguerosu y Comadre. De ambos riachuelos, del de Santianes y el Bijorcu, se surtía el molino de Cuca, que contaba por lo tanto de dos presas que iban a dar a su cubo.

Frente al molino de Cuca, en la margen opuesta del río, nos topamos con la finca de Luis Sierra, un apasionado de las gallinas raras. Las tiene de raza autóctona asturiana, blancas con pintas negras y negras castellanas; hasta hizo plantaciones exóticas, logrando aclimatar un aguacate en ella. Poco después del molino de Cuca y siguiendo la margen izquierda del río, aparecen las ruinas de lo que fue un criadero de truchas que dejó de funcionar a finales de los años 80, según se afirma por problemas de derechos de aguas y falta de financiación. Poco más abajo, en la misma margen, nos encontramos con un nuevo molino, asimismo transformado en vivienda, el molino de Juan Sordo, que conserva además de un llamativo y amplio arco del saliu, una piedra grabada con la ingeniosa frase: "Mañana se muele de valde, hoy no".

En la margen derecha del río, después de dejar atrás el depósito regulador de agua del sistema Fríes-Santianes que abastece a la villa, el río recibe por la derecha y atravesando el camino que dirige a Peme, una riega de escaso o nulo caudal, originada en una fuente muy popular que -según dicen- no se seca nunca, la Fuente de San Juan. Allí, junto al camino, se encuentra un pequeño edificio que fue en su día vivero de angula de Felipe Fernández.

El río, ya un poco más crecido, sobre todo en época de lluvias, a pesar de la toma de agua que en él se hace, de aguas cristalinas que dejan ver con total nitidez los cantos rodados de su cauce y a veces truchas que suben a desovar, pasa por debajo de un artístico y llamativo puente de piedra, conocido como La Puente Madera, sobre el que discurre el camino de Santianes a Peme, junto a unas viviendas prefabricadas que contrastan llamativamente con el entorno y el paisaje, para dejar ver más adelante a su izquierda, el monte descarnado por la extracción de materiales de lo que fue cantera de arenisca.

Molín de Juan Sordo. Arco del Saliu

Después, y en el mismo linde del camino, nos encontramos con lo que fue otro molino, hoy asimismo transformado en vivienda, aunque conserva todavía parte de sus importantes estructuras molineras, el de Plácido Caldueño, más conocido como "Búcale" porque su dueño había venido de Cuba —nunca se olvidó de las mulatas- y cuando lanzaba algo a su perro le daba esta orden -Búscale- con acento isleño, orden que acabó dándole apodo a él y al molino. Sufrió un incendio antes de ser reconstruido como vivienda en la década de los 90.

A partir de aquí ya nos encontramos en pleno pueblo de Santianes, con casas, prados, árboles frutales y huertas (algún día habrá que escribir algo sobre la curiosa comunidad protestante que hubo en este pueblo a mediados del siglo XX y los conflictos que ello ocasionaba en aquella época de indiscutido catolicismo); el camino por el que caminamos, pasa sobre el cauce del río Llozana, riachuelo que contribuye a dotar de agua al pueblo y que nace en la Piértiga Alante, bajo La Escapa, arroyo que se seca en épocas de estiaje y también en pleno invierno, o se desborda con gran aparatosidad causando grandes problemas a los vecinos cuando sus aguas son abundantes, antes de desaguar en el de Santianes. Todavía conserva las ruinas y vestigios de dos antiguos molinos que hacían uso de sus aguas.

El río de Santianes pasa lamiendo el prau de San Juan, lugar de antiguos festejos populares, donde estaba situada la antigua y desaparecida capilla con la advocación de Santi Joanes, que dio nombre al pueblo, después escuela y hoy finca y vivienda de Leandro Cuesta -conserva en el dintel de su puerta el año de su construcción, 1897-, pero todavía el viejo río Cobayos, antes de morir, daba vida a otro molino que hoy se yergue majestuoso a la entrada del pueblo, el molín de Santos, único de dos molares en todo el curso del río y que dejó de funcionar hace unos ochenta años para ser utilizado desde entonces como vivienda. De estructura cúbica, tiene alero de tejaroz y sobre el dintel de la puerta se puede leer: "Se fabricó el año 1889 y lo costió B. LI. 0.Z." (Bernardo Llano González, aunque se necesita ser un lince para poder ver la G).

Santianes
A tiro de piedra de la vieja casa de La Collada, hoy sin su capilla -desde la constitución de la parroquia de Santianes en 1892, esta capilla fue utilizada como templo parroquial hasta su destrucción durante la guerra civil- y tampoco sin su añejo escudo de armas que adornaba su fachada sur, el río, ya cansado, sigue su curso por debajo del puente de piedra y camino que da entrada al pueblo para, después de pasar bajo la carretera N-634 y entre la iglesia edificada en el año 1960 y la nave ocupada por los talleres LUMAS y almacén de piensos ALBE, tras atravesar la ería de Oba, va a morir exhausto, remocicadas sus márgenes con la escollera que le hicieron en 1996, en uno de los meandros del padre Sella.



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